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martes, 31 de marzo de 2015

El Tigre de Malasia tiene un dedo rojo

SandokanF1 

Sandokan, el Tigre de Malasia, era un fenómeno. Esta suerte de Viriato asiático con barbacas y melenorro a lo Mario Vaquerizo igual rescataba a su amada Lady Marianne —un pibón que quitaba el hipo— que se liaba a guantazos con un tigre armado con una albaceteña pelá y mondá. Sando se la tenía jurada a los ingleses, y los seis capítulos de esta teleserie tan breve como intensa, se la tiró cortamangueando a los invasores británicos. Esto es justo lo que el otro Tigre de Malasia, el propietario del nuevamente desenfundado Frigodedo, ha hecho de la mano de Ferrari. Vettel no sólo ha ganado una carrera para los de rojo tras dos años de sequía; lo que ha conseguido sin proponérselo ha sido calentar al personal con la promesa de un panorama nuevo.
Siempre es de celebrar que los planes les salgan bien a quien sea, pero lo verdaderamente interesante es que a los de Mercedes les hayan plantado cara, que es el plan que querían Bernie, la FIA, las televisiones, los espectadores... incluso el equipo de Toto, a quien la falta de competencia les ha dejado sin gepé ante su público natural, los alemanes, muy fríos ante una carrera histórica pero previsiblemente aburrida. Los anglo-germanos se ganaron a base de curro e inversiones (y según Bernie, ser muy amigos de la FIA) dos merecidos títulos con dieciséis de diecinueve victorias. Lo de 2014 no fue un campeonato, sino una merendola con habituales diferencias superiores a un segundo con el siguiente en la fila. Red Bull malamente pudo arrebatarles tres victorias, que a tenor del ritmo mostrado por los coches grises, más bien pareció demérito de Mercedes que logro de los Blues Brothers... pero ahí había que estar.
Los chicos de Horner sufren las deficiencias y retrasos del motor Renault y la gente de Williams, verdaderos triunfitos del año pasado especialmente en la segunda mitad de la temporada, no parecen dar continuidad a estos logros otoñales. El papel de underdog, del Sandokan que quiere brear al invasor inglés, es contra todo pronóstico, Ferrari. El Tigre de Malasia original tenía un colega, un amigo que era el que le sacaba las castañas del fuego cuando venían mal dadas, y ese era un bigotudo de origen portugués llamado Yáñez. El Yáñez rojo no es sino Sergio Marchionne, ese genio de los negocios al que le salen sarpullidos cuando ve un traje y una corbata. Marchi se dio cuenta del jaleo interno en el seno de Maranello y borró de su lista de empleados a directores, presidentes, ingenieros y hasta pilotos. Recompuso todo, hizo inversiones por valor de cien minolles de leuros, y todos esperábamos mejoras a medio plazo, pero éstas parecen haber llegado antes de lo previsto, y una de las claves —que son varias—, parece ser ese nuevo túnel de viento por el que han pagado la friolera de 35 melones. Encajar todas estas piezas es sumamente complicado pero a tenor de los resultados parecen haber comprimido el tiempo. Era de esperar que esas mejoras, el cambio del turbo y las manos de James Allison trajeran alegrías a los italianos (y al aficionariado, en forma de competencia directa) pero hay un nubarrón en el horizonte: el control de flujo del combustible.
La FIA impuso dos reglas en lo tocante al consumo, la de que los moniplazas fueran menos sedientos en la cuantía de su consumo de agua de fuego, y en el ritmo al que lo podrían hacer con una especie de grifo jardinero con el que la Super sin Plomo bajase a un ritmo controlado. El rumor en el paddock es que hay dos motoristas que han vadeado la regla jorobando su filosofía, no son trampas, sino espabilaera de gente muy buena. Las nuevas reglas de medición por parte de la FIA entrarán en vigor a partir de China y la broma les puede costar a Mercedes y Ferrari una pérdida estimada de entre tres y cinco décimas. El truco del almendruco reside en que los caudalímetros homologados están situados en la boca del depósito y relativamente lejos de las trompetas de admisión del motor. En ese trayecto hay espacio, y esto es lo que parecen haber aprovechado los más listos de la clase, intercalando un depósito secundario que acumula cierta cantidad de sopa para ir soltándola a un ritmo más beneficioso. Esto, sin ser ilegal, joroba el espíritu de la norma y la FIA se ha quincao; la regulación parará los pies a los artistas para felicidad de Renault, que parecen ser (hasta que se pueda analizar con cierta fiabilidad el caso Honda) los más perjudicados por esta cuita.
La parte mala es que no está bonito cambiar las reglas en mitad de la pelea, aunque en realidad, las reglas son las mismas y lo que se hace es añadir rigor a una que se ha toreado. La parte buena es que el pelotón se apretará, los aventajados irán a menos, y los que ahora palman, no mejorarán pero al menos estarán más cerca de los primeros. En definitiva, y como diría Pocholo, "fieeeessshtaaaaaaaa". En cuanto a Ferrari, enorme avance, pero los Mercedes fueron más rápidos en todas las sesiones, tuvieron más velocidad punta y lograron la pole; en realidad, este fin de semana ha sido más gris que rojo, pero los italianos con Vettel al frente, lo hicieron mejor. Que le pregunten a Helmut Marko, que levantó cuatrocientos leuracos apostando por su ex empleado.
El actor que encarnaba a Sandokan, el indio Kabir Bedi, vino a España al programa de José María Iñigo en 1976. Las fans, exhacerbadas hasta la extenuación, le arrancaron algunos pelos de la barba. Sandokan pudo con el tigre, pero no con una que se quiso llevar un recuerdo del macho tamil, que salió de la escena poco menos que por patas. Patas, es lo que han echao en Ferrari, y que bien que les ha sentado a la categoría... malegro.

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