Cuando el interés hace posible lo imposible
Fernando Alonso y McLaren han vuelto a
demostrar que, en la Fórmula 1, la victoria prima sobre cualquier
sentimiento, sea odio o amistad.
Una de las primeras tareas de Luca di Montezemolo como presidente de Ferrari,
allá por 1992, fue contratar a un hombre de confianza, un consejero que
conociese bien la Fórmula 1 y la propia Scuderia. Su nombre, Niki Lauda,
tricampeón retirado y leyenda viva desde su gravísimo accidente en
Nürburgring ‘76, precisamente a los mandos de un Ferrari. Sin embargo, Lauda también representaba en Maranello la imagen del traidor, del piloto que se marchó del equipo con cajas destempladas,
sin terminar siquiera su última temporada vestido de rojo, como signo
de rebeldía y desprecio al equipo, o casino, como el austriaco solía
llamarlo. A cambio, Enzo Ferrari gastaba el mismo desdén con Lauda, a
quien llamaba traidor y ‘hebreo’ por su firmeza en la negociación de sus
contratos.
El interés mutuo dio la vuelta a esa relación, aunque en el box
todavía se bebiera lambrusco, la directiva corriera como pollo sin
cabeza y Lauda mantuviera intacta su lengua viperina y su pasión por el
pecunio. Todo daba igual, el romance había vuelto. Claro que Ferrari no
ganaba un Mundial desde 1983 y Lauda había pasado los peores momentos de
su vida para esclarecer lo sucedido con el Boeing 767 de su compañía
aérea que se había estrellado un año antes en Tailandia por un fallo
técnico. Ambas partes estaban en crisis, unidas contrataron a Jean Todt
como nuevo jefe de equipo y, tras intentarlo con Senna, terminaron por
fichar a Michael Schumacher como piloto estrella del cavallino. Todos sabemos lo que pasó después, así que el idilio no pudo ser más fructífero.
Hoy, Lauda trabaja para Mercedes y tiene a los italianos otra vez a la contra, pero quien de verdad lidia con la Scuderia no es él, sino Fernando Alonso, que podría parafrasear al Niki de los 70 con aquello de que "lo mío con Ferrari es como un matrimonio, y mi mujer tiene ahora los pechos caídos".
EL IMPERIO CONTRAATACA
El hambre de victoria del asturiano le ha sentado de nuevo en la mesa de negociación con el equipo McLaren, del que se divorció a finales de 2007 con ruptura de contrato y todo tipo de insultos cruzados, un caso de espionaje destapado y enemistades peleadas con luz y taquígrafos. Consultado en 2010 sobre la posibilidad de volver al equipo de Woking, contestaba con "no, nunca", de la misma manera que daba por sentada su futura retirada como ferrarista. Incluso en 2012, Fernando decía que "dejar McLaren fue la mejor decisión que he tomado en mi vida", y es bien sabido que no mentía por despecho, ya que el mismísimo Ron Dennis le ofreció seguir en su equipo en 2008 al día siguiente de haber roto relaciones.
"No existen amigos, sino momentos de amistad". Lo dijo el dramaturgo Jules Renard, un autor irónico, crudo, de los que conocieron las miserias del hombre. Lo último bastaría para capacitarle como opinador en la F1.
Niki Lauda (Ferrari) y James Hunt (McLaren) en 1977
Hoy, Lauda trabaja para Mercedes y tiene a los italianos otra vez a la contra, pero quien de verdad lidia con la Scuderia no es él, sino Fernando Alonso, que podría parafrasear al Niki de los 70 con aquello de que "lo mío con Ferrari es como un matrimonio, y mi mujer tiene ahora los pechos caídos".
EL IMPERIO CONTRAATACA
El hambre de victoria del asturiano le ha sentado de nuevo en la mesa de negociación con el equipo McLaren, del que se divorció a finales de 2007 con ruptura de contrato y todo tipo de insultos cruzados, un caso de espionaje destapado y enemistades peleadas con luz y taquígrafos. Consultado en 2010 sobre la posibilidad de volver al equipo de Woking, contestaba con "no, nunca", de la misma manera que daba por sentada su futura retirada como ferrarista. Incluso en 2012, Fernando decía que "dejar McLaren fue la mejor decisión que he tomado en mi vida", y es bien sabido que no mentía por despecho, ya que el mismísimo Ron Dennis le ofreció seguir en su equipo en 2008 al día siguiente de haber roto relaciones.
Si Alonso tuvo pasión por los colores, el tiempoEntonces Fernando no aceptó, pero hoy sabe que por encima del orgullo está la victoria, que no puede retrasar más su apuesta definitiva para convertir su talento en triunfos antes de que la edad merme su don innato. Es evidente que el plan ideal de Alonso sería correr para Mercedes, donde las opciones de título son mayores en 2015, pero abrir un hueco en el equipo de… Niki Lauda se ha demostrado una tarea casi imposible. Así, volver a la Estrella de la Muerte –desde 2007 se conoce así al hospitality de McLaren– es jugar a una lotería donde, al menos, el motor Honda podría llevar premio.
la ha matizado con un lógico pragmatismo
Fernando Alonso y Lewis Hamilton en el GP de Mónaco 2007
Alonso dijo en su día que, cuando era pequeño, se identificaba con
los cochecitos pintados de Marlboro, blancos y rojos, de McLaren; años
después resaltó que también lo hacía con las miniaturas escarlata de
Ferrari. Quizá entonces, como ahora, apostaba a caballo ganador, o al
que creía ganador. Si había pasión por los colores, el tiempo la ha
matizado con pragmatismo, aunque de cara al público tenga que inventar
un discurso tintado de hipocresía para justificar sus decisiones. En el
fondo es algo tan comprensible como que un futbolista de
campanillas bese varios escudos o un político se arrime al sol que más
calienta."No existen amigos, sino momentos de amistad". Lo dijo el dramaturgo Jules Renard, un autor irónico, crudo, de los que conocieron las miserias del hombre. Lo último bastaría para capacitarle como opinador en la F1.
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