Los pilotos de Mercedes siguen siendo los favoritos pero los Ferrari les pisan los talones y no se lo pondrán fácil. Hamilton y Rosberg marcan el ritmo en prácticamente todas las sesiones de entrenos, tanda clasificatoria y carrera, pero los SF15-T de Kimi Raikkonen y, sobre todo, de Sebastian Vettel,
están muy cerca y dan pasos agigantados a cada carrera, lo que aporta
algo de color a un campeonato que todos daban ya por conquistado antes
incluso de empezar.
El cambio de tercio en los de Maranello
se traduce en tres grandes premios y tres pódiums con una victoria
entre ellas. El año pasado, en casi una veintena de ocasiones, sólo
consiguieron dos visitas al cajón por parte de Fernando Alonso. Las manos del ingeniero James Allison han pulido buenas ideas del anterior responsable, Pat Fry,
pero desviadas de lo idóneo que creaban un coche difícil de conducir y
con una ventana de utilización de los neumáticos compleja. Ahora es más
dulce, trata mejor sus gomas y con los retoques en el motor a los que
les ha sometido el nuevo responsable, Mattia Binotto,
se ha transformado completamente hasta el punto de superar al resto de
contendientes incluso equipados con los poderosos motores de Mercedes.
Las amenazas de Red Bull si la reglamentación no cambia
Los Williams no parecen sostener el ritmo adquirido en la segunda mitad del año pasado y los Red Bull padecen la fragilidad y pobre escala de potencia de sus propulsores Renault,
así que están perdidos en la medianía de la tabla clasificatoria,
incluso con amenazas de marcharse si la reglamentación no cambia para
favorecer su avance técnico. Ante este panorama, Ferrari, con un motor que
empuja, una aerodinámica que por fin funciona (años sin hacerlo), una
tracción notable, buenos pilotos y una organización muy mejorada, ha
acelerado sobre la pista lo que ningún otro durante un periodo de
transformación interno de profundo calado, lo que es todo un logro.
De una larva de gusano ha salido una mariposa
encarnada, algo que ha sorprendido a propios y extraños por la velocidad
con la que lo ha hecho. La masiva inyección de fondos por parte de Fiat se está notando, el cambio de rumbo del nuevo director Maurizio Arrivabene les ha llevado a pisar el suelo y el presidente, Sergio Marchionne, les deja trabajar sin injerencias. Muy pocos piensan que a día de hoy -abril, tres carreras-, Ferrari pueda luchar por este Mundial, pero como Mercedes se despiste, los que estarán tras la puerta esperando serán sólo estos y están preparados.
Alonso, ¿de mal en peor?
Como resultado colateral, el acierto de los italianos no sólo ha atraído las simpatías hacia el recién llegado Sebastian Vettel y un renacido y correoso Kimi Raikkonen, sino que parecen haber olvidado los años en los que se tenía a Fernando Alonso
como el abanderado de sus colores y poco menos que héroe nacional. Los
medios transalpinos, hasta el año pasado enamorados de él, atizan ahora
al bicampeón -no sólo por la escasez de títulos a su paso por “su equipo nacional”-, sino por haber salido de un equipo en un momento malo para irse a otro en un momento aún peor. Alonso pasó las de Caín en su tercera carrera, no logró pasar de la Q1 en pugna con los Manor,
los farolillos rojos del Mundial, y su meta antes de empezar la prueba
no era sino ver la bandera arlequinada. Pobre horizonte para un hombre
de su talla, pero a sabiendas de lo que maneja, acabar su primera prueba
en esta temporada ha debido saberle casi a victoria.
Ante lo pobre del resultado algunos periodistas italianos lanzaron, especialmente por Twitter,
risas, comentarios despectivos y palabras que rallaban en el insulto.
El asturiano a cambio dejó de atenderles en el circuito de Shanghai.
Horas más tarde, los protagonistas de los comentarios, borraban sus
mensajes y pedían disculpas abrumados por la cantidad de voces que lo
pedían, desde España y la propia Italia. Alonso dio mucho a Ferrari durante
un lustro y si ahora no le quieren, es aceptable, pero innecesario el
maltrato, la mofa y el regocijo ante su padecimiento.
El bocazas de Niki Lauda
Otro que tampoco se ha cortado en sus puyazos ha sido el siempre lenguaraz Niki Lauda, al que le ha faltado mentarle a la madre en declaraciones a La Reppublica: “(Alonso) Es egocéntrico, oscuro y malhumorado. Vettel es el sol y Alonso,
la sombra. El año pasado nada más acabar las carreras empezaba a
criticar: que si nada iba bien, que si había problemas, que si no
ganaban. ¿Cómo se puede levantar la moral de una escudería si el piloto
sólo habla mal cada vez que puede?” Lauda es bien
conocido por soltar a bocajarro y sin ningún tipo de cortapisa lo que
piensa, sea quién sea su interlocutor. Con frecuencia suele pedir
disculpas a posteriori, pero deja palabras en el aire que hacen pensar y
son celebradas por los medios. Una verdadera máquina de crear
titulares.
Como periodista, tenerle cerca es una
bendición, porque siempre tiene algo que decir. Su perorata al rotativo
romano acabó con un lapidario “debe estar mordiéndose el culo. Tomó la decisión equivocada. Él solo se ha metido en un abismo”, a sabiendas de que lo que tiene Alonso por delante es más trabajo aún del que tuvo en la Scuderia. Fernando, por su parte, sacó balones fuera afirmando que si se fue de Ferrari fue para ganar y los que están liderando, de momento, son los Mercedes. Proyecto, plazos, espera, paciencia, trabajo y, sobre todo, aguantar el chaparrón en la pista y fuera de ella.
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