El asturiano ganó una carrera en la que no entraba en ninguna de las quinielas. Nadie lo esperaba
Le llaman mago. Y mago es el que hace magia.
Pero poco tiene la Fórmula 1 de magia; hay constancia, saber hacer,
trabajo duro, esfuerzo y algo de locura. Fernando Alonso reúne todas
esas características. ¿Eso es magia? ¿Es Fernando un mago? Quizá sí,
pero no por llevar a la victoria a un coche imposible, sino por hacer
llorar a millones de aficionados en todo el mundo cuando nada,
absolutamente nada, parecía indicar que era posible levantar el puño con
rabia y señalar al cielo con el índice. Le llaman mago. Y quizá tengan
razón…
Fernando Alonso podía leer 'Mágico' cuando cruzó la línea de meta, bajo la bandera de cuadros, escrito en el panel de su equipo en el muro de boxes. Y es que, una vez más, la constancia y la ausencia total de errores han llevado a Fernando Alonso a ganar una carrera cuando ninguna previsión real, desprovista de apasionamientos, lo preveía. Quizá el F2012 sea una completa decepción, pero el piloto sigue siendo el de siempre: cabeza fría, manos calientes y un talento único.
'Mágico', escribía su equipo en la pizarra del muro de boxes. Es un
adjetivo que en realidad reduce demasiado el enorme esfuerzo que el
piloto español ha tenido que realizar, no sólo el domingo, sino todo el
fin de semana e incluso antes en Maranello. "Es una de las victorias más bonitas",
le decían por la radio. Y en verdad lo es, porque cuando se gana
remontando y con unos rivales tan competitivos, no sólo en McLaren o Red
Bull, sino también en Sauber, Mercedes o Williams, el sabor del champán
se hace más dulce aún. Y es que algo tienen las victorias agónicas que
se convierten en épicas y sobreviven en nuestros recuerdos por encima de
las demás.
Foto de grupo tras la victoria de Alonso
LA MAGIA ES NO COMETER ERRORES
Cuando más bajas estaban las esperanzas, cuando más difícil parecía
salir del agujero, cuando la falta de prestaciones y competitividad del
coche deprimía más a los aficionados… Llega Fernando Alonso y,
con otra de sus mágicas carreras, sube a lo más alto del podio y se pone
primero en la tabla del mundial de pilotos. Es una locura. Si
pasar del duodécimo puesto de la parrilla al quinto en la meta ya nos
pareció una proeza hace una semana, remontar del octavo lugar de salida a
ganar la carrera es simplemente digno de admiración. Sobre todo cuando
la carrera es tan compleja como la que vimos el pasado domingo en
Sepang, con una lluvia que obligó a suspender la prueba y unas
condiciones difíciles desde entonces, pues el asfalto malayo no parecía
terminar de secarse completamente. Y mientras que el resto de
rivales, equipos y pilotos, cometía errores, Alonso y Ferrari fueron
perfectos, como un reloj sincronizado a la milésima de segundo. Ésa es en realidad la magia.
En McLaren, Jenson Button se autoeliminó de la batalla al chocar contra Karthikeyan, como él mismo reconoció: "No pude frenar y le di".
El ganador de Australia pierde el liderato y ve cómo también su
compañero de equipo le supera en la clasificación provisional. Era
precisamente Hamilton quien mejor encaminado parecía para ganar la
carrera, pero su equipo no estuvo muy acertado a la hora de realizar una
estrategia perfecta: "Era difícil elegir el mejor momento para cambiar neumáticos", asegura Lewis Hamilton. "Hemos perdido tiempo en las paradas y eso me costó la lucha por la primera posición", se lamenta el inglés.
En Red Bull tuvieron un grave problema con la radio de Vettel, algo
que aumenta la dificultad en una carrera mojada. Además, Sebastian
tampoco parecía muy cómodo con el RB8 este fin de semana en Malasia, y
llegó a salirse de la pista en varias ocasiones. El toque con el coche de Karthikeyan fue la puntilla que le terminó por desesperar,
y los gestos obscenos al piloto de HRT no faltaron como señal de
protesta. Aunque, quizá, fuera realmente la rabia desatada de un
bicampeón mundial que ve cómo se hunde en el pelotón y en el mundial: es
sexto por detrás de Räikkönen.
Instantánea del gesto de Vettel tras el incidente con Karthikeyan (foto @wtfcouk)
VIVA MÉXICO
Pero no sólo Fernando Alonso hizo magia este domingo: la cara expresiva de Sergio Pérez en el podio era un poema. Sólo Michael Schumacher
había nacido la última vez que un mexicano se subió a un podio de
Fórmula 1. Fue Pedro Rodríguez, el 20 de junio de 1971 y también fue
segundo, como Pérez este año. En 1971, el Schumacher tenía sólo 2 años. A
Sergio Pérez le quedaban aún 19 años para nacer. Pero hoy es él el
presente del automovilismo mexicano al máximo nivel. Su
demostración de coraje tuvo al fin recompensa en el Gran Premio de
Malasia, donde pudo acosar al Ferrari de Fernando Alonso en las últimas
vueltas.
Desgraciadamente para el mexicano, un pequeño error le privó de
enfrentarse cara a cara con el bicampeón mundial español. Pero el duelo
estaba lanzado: Pérez le recortaba más y más segundos, hasta que en la
antepenúltima curva del circuito, la que conduce a la recta posterior,
el coche se le fue recto. Afortunadamente la escapatoria ya está
asfaltada, y el mexicano pudo regresar a la pista cediendo sólo cinco
segundos, insuficientes para que Hamilton, tercero, le alcanzara. Pérez
pudo así llevar el coche a la meta en la segunda posición, un puesto muy
importante tanto para él como para el equipo, tal y como desde el box
le recordaron a un fogoso Sergio, que se habría comido a quien se
hubiera puesto por delante.
El segundo puesto es todo un triunfo que devuelve a Peter
Sauber una sonrisa que hacía tiempo no veíamos en sus labios. Es el
séptimo podio de Sauber (sin contar sus años con BMW) desde que
debutara en la carrera de Kyalami, en 1993. Serio Pérez ha demostrado
su valía y determinación, y a buen seguro nos seguirá brindando grandes
momentos sobre la pista.
Sergio Pérez celebra en el podio su segundo puesto en el GP de Malasia
HAY QUE DESPERTAR
Pese a que hoy en Italia y en España las portadas se llenan con las
fotografías épicas de Alonso en Malasia, no podemos engañarnos: el
propio Alonso reconoció que la victoria en Sepang fue "una gran sorpresa".
Y una gran sorpresa sería que se repitiera en la próxima carrera,
China. El F2012 no es un coche ganador, aunque gane carreras.
Ayer en Malasia quien ganó fue el piloto y su equipo; el coche fue un lastre. Es paradójico, pero así es. Si Pérez no se hubiera salido de la pista, esta victoria posiblemente habría sido suya.
El mexicano demostró un ritmo fantástico en las últimas vueltas y el
adelantamiento en una pista tan ancha como esta no habría resultado tan
difícil como le resultó a Maldonado en Australia. Sólo la imperturbable
mente de Alonso le permite resistir en la pista con un coche carente de
toda cualidad digna para luchar en igualdad de condiciones en cabeza.
A diferencia de Vettel en Canadá el año pasado (cuando Jenson Button
le acosó hasta hacerle cometer un pequeño error en la última vuelta),
Alonso no se pone nervioso, mantiene la cabeza fría y simplemente deja
que pasen las vueltas y que sean los demás los que se equivoquen. No
siempre funciona, pero cuando le sale bien es el perseguidor quien se
pone nervioso y acaba saliéndose de la pista. Le pasó a Maldonado en
Melbourne y le ha pasado a Pérez en Malasia. Aun así, de momento, esto
es sólo un sueño, un truco de magia, y la realidad espera detrás de la
esquina, en otro país, en otra pista. Quizá en Maranello estén
ahora mismo preparando la pócima óptima para hacer el brebaje perfecto y
convertir la magia en algo normal. Hasta que llegue ese momento, habrá que seguir pensando en el próximo truco de magia.
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