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miércoles, 21 de marzo de 2012

"W" MAN SUSTITUYE A "FRIGODEDO" MAN

Button reemplaza el dedo de vettel por la W de winner.



El subcampeón de 2011 se inventa su propio saludo al modo en que Vettel tiene el suyo cuando gana

 

 

Cuando un piloto gana, se sabe el centro de todas las miradas a nivel mundial, así que crear un gesto representativo y personal es sinónimo de calar entre el público. Fernando Alonso llamó la atención con su imitación "El Grinch", Vettel tiene su dedo, y ya desde el año pasado, Jenson Button hace la señal de la 'W', -de winner-, cuando gana una carrera.
Jenson Button ha ideado un nuevo saludo para celebrar las victorias después de cansarse del 'dedo torcido' de Vettel que siempre alzaba cuando conseguía una pole o una victoria.
Ese gesto ha llegado a cansar mucho tanto en aficionados como en pilotos. De hecho, en una ocasión Vettel enseñó el dedo a los fotógrafos  y Button bromeando intentó morderlo. Y en Albert Park hace unos días Jenson Button dijo: "él sigue haciendo esto" e hizo una mueca del dedo que levanta Vettel, lo que demuestra que esa celebración del alemán incomoda mucho.
Sin embargo, en la primera carrera de la temporada no se vio a Vettel alzando su dedo. Y es que como ha declarado Button se encontraba muy nervioso en la parrilla.
Pero aunque el alemán no ganará, los aficionados no se han quedado sin ver una celebración original. Jenson Button, harto del dedo de Vettel, ha ideado un nuevo saludo para celebrar sus victorias.
Con sus dos manos dibujo una 'W' de victoria (del inglés, winner), aunque como dice el británico no le salió muy bien porque la hizo con una botella de agua en la mano. Así que tendrá que ensayar para la próxima ocasión.
Este nuevo saludo pese a que tan sólo ha aparecido en una ocasión ya ha dado que hablar. A Vettel le preguntaron si ahora se iba a enfermar con las dos manos en forma de 'W' de Button, a lo que respondió "Espero que lo haga".
Mientras que Button dijo que en alguna ocasión también "se verá el dedo de Vettel. Pero espero verlo menos a menudo este año".

Aseguraba Jenson Button en Barcelona, durante las últimas pruebas de la pretemporada, que este año se había conjurado para volver a proclamarse campeón del mundo y que todo lo que no fuera conseguir ese objetivo supondría una tremenda decepción para él. Una declaración valiente, arriesgada si se quiere, más que nada por el correctivo que Red Bull y Sebastian Vettel impartieron el pasado curso. La victoria que el piloto de Frome se apuntó ayer por las arboladas calles de Albert Park, en Melbourne, confirma que sabía muy bien de lo que hablaba en Montmeló, consciente de que McLaren ha acertado esta vez con el coche y, además, lo ha hecho a la primera. Una alegría para la tropa de Woking y un retortijón para Red Bull, Vettel y Adrian Newey, el director técnico de la escudería de las bebidas energéticas, que finalmente pudo comprobar irrefutablemente los efectos de las nuevas normas en vigor, que prohíben el uso de los difusores soplados, kriptonita pura para el RB8. La segunda posición del actual campeón mundial, por delante de Lewis Hamilton, no debería poner en duda la superioridad manifiesta del MP4-27 porque fue más fruto de la suerte que de otra cosa, de la misma forma que la quinta plaza alcanzada por Fernando Alonso, que remontó desde la 12ª, no corresponde al potencial real del F2012, sino más bien a la calidad de las manos del español.
Fue la tercera victoria de Button en Australia en cuatro años, tras la obtenida en 2009, cuando alcanzó el título con Brawn, y la de 2010, la primera campaña en McLaren. En este entorno, en el que se siente como en casa, su rendimiento y la competencia con Hamilton han causado que su caché crezca de manera exponencial a pesar de no haberse vuelto a coronar campeón y carreras como la de Melbourne no hacen más que ratificarle como uno de los más firmes candidatos a levantar el cetro en 2012. Button se vistió esta vez de Vettel y, en un poderoso ejercicio, que mezcló a las mil maravillas agresividad y constancia, se colocó al frente de la tabla de puntos, algo que no lograba desde el Gran Premio de España de 2010.
Los contrastes son uno de los puntos más atractivos de la pareja de pilotos del equipo británico. La serenidad que acompaña a Button es diametralmente opuesta al jolgorio que rodea a Hamilton, que se bajó del coche más enfadado que una mona por haberse dejado adelantar por su vecino de taller en la salida, primero, y por verse impotente para defender la segunda plaza, después. Se desesperó el de Tewin con la entrada del vehículo de seguridad (37ª vuelta), que le pilló a trasmano y motivó que Vettel le birlara la cartera en otra muestra de la cintura de Red Bull.
El safety car martirizó a Hamilton y bien podría haber hundido a Button, que vio cómo los 11 segundos de margen que le había arañado a su primer perseguidor se iban al limbo porque Vitaly Petrov aparcó su Caterham en plena recta de meta. Arrancar otra vez, pero con Vettel pegado al trasero, provocaría una tiritona hasta al más imperturbable de los mortales. Pero McLaren cuenta con un bloque de hielo al volante, un corredor que ni se inmutó al ver por el retrovisor el pelotón de buitres que se le amontonaban en la chepa. Tal como llegaron. desaparecieron o, al menos, eso pareció al restablecerse la carrera (42ª vuelta), instante en el que Button salió zumbando hasta generarse él solito un cojín de dos segundos y medio en un solo giro, una renta brutal que fue ampliándose sin que nadie pudiera echarle el guante hasta cruzar la meta y celebrar su triunfo dibujando una W con las dos manos dejando claro quién era el winner (ganador).
La hinchada está hambrienta por ver un Mundial en erupción, de esos como el de 2010, que no se resolvió hasta aquel último y disparatado Gran Premio de Abu Dabi, y el escenario que se planta delante parece apuntar en esa dirección por decreto ley de la Federación Internacional del Automóvil. Gracias a ese empujón y al de Pirelli, que ha reblandecido sus neumáticos para suerte de Button, que los mima como si fueran de cristal, y desdicha de Hamilton, que los achicharra, este triatleta con hechuras de modelo de pasarela emerge con más fuerza que nunca



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