Button reemplaza el dedo de vettel por la W de winner.
El subcampeón de 2011 se inventa su propio saludo al modo en que Vettel tiene el suyo cuando gana
Cuando un piloto gana, se sabe el centro de
todas las miradas a nivel mundial, así que crear un gesto representativo
y personal es sinónimo de calar entre el público. Fernando Alonso llamó
la atención con su imitación "El Grinch", Vettel tiene su dedo, y ya
desde el año pasado, Jenson Button hace la señal de la 'W', -de winner-,
cuando gana una carrera.
Jenson Button ha ideado un nuevo saludo para celebrar las victorias después de cansarse del 'dedo torcido' de Vettel que siempre alzaba cuando conseguía una pole o una victoria.
Ese gesto ha llegado a cansar mucho tanto en aficionados como en
pilotos. De hecho, en una ocasión Vettel enseñó el dedo a los fotógrafos
y Button bromeando intentó morderlo. Y en Albert Park hace unos días Jenson Button dijo: "él sigue haciendo esto" e hizo una mueca del dedo que levanta Vettel, lo que demuestra que esa celebración del alemán incomoda mucho.
Sin embargo, en la primera carrera de la temporada no se vio a Vettel alzando su dedo. Y es que como ha declarado Button se encontraba muy nervioso en la parrilla.
Pero aunque el alemán no ganará, los aficionados no se han quedado
sin ver una celebración original. Jenson Button, harto del dedo de
Vettel, ha ideado un nuevo saludo para celebrar sus victorias.
Con sus dos manos dibujo una 'W' de victoria (del inglés, winner), aunque como dice el británico no le salió muy bien porque la hizo con una botella de agua en la mano. Así que tendrá que ensayar para la próxima ocasión.
Este nuevo saludo pese a que tan sólo ha aparecido en una ocasión ya ha dado que hablar. A Vettel le preguntaron si ahora se iba a enfermar con las dos manos en forma de 'W' de Button, a lo que respondió "Espero que lo haga".
Este nuevo saludo pese a que tan sólo ha aparecido en una ocasión ya ha dado que hablar. A Vettel le preguntaron si ahora se iba a enfermar con las dos manos en forma de 'W' de Button, a lo que respondió "Espero que lo haga".
Mientras que Button dijo que en alguna ocasión también "se verá el dedo de Vettel. Pero espero verlo menos a menudo este año".
Aseguraba Jenson Button en Barcelona, durante las últimas pruebas de
la pretemporada, que este año se había conjurado para volver a
proclamarse campeón del mundo y que todo lo que no fuera conseguir ese
objetivo supondría una tremenda decepción para él. Una declaración
valiente, arriesgada si se quiere, más que nada por el correctivo que
Red Bull y Sebastian Vettel impartieron el pasado curso. La victoria que
el piloto de Frome se apuntó ayer por las arboladas calles de Albert
Park, en Melbourne, confirma que sabía muy bien de lo que hablaba en
Montmeló, consciente de que McLaren ha acertado esta vez con el coche y,
además, lo ha hecho a la primera. Una alegría para la tropa de Woking y
un retortijón para Red Bull, Vettel y Adrian Newey, el director técnico
de la escudería de las bebidas energéticas, que finalmente pudo
comprobar irrefutablemente los efectos de las nuevas normas en vigor,
que prohíben el uso de los difusores soplados, kriptonita pura
para el RB8. La segunda posición del actual campeón mundial, por delante
de Lewis Hamilton, no debería poner en duda la superioridad manifiesta
del MP4-27 porque fue más fruto de la suerte que de otra cosa, de la
misma forma que la quinta plaza alcanzada por Fernando Alonso, que
remontó desde la 12ª, no corresponde al potencial real del F2012, sino
más bien a la calidad de las manos del español.
Fue la tercera victoria de Button en Australia en cuatro años, tras
la obtenida en 2009, cuando alcanzó el título con Brawn, y la de 2010,
la primera campaña en McLaren. En este entorno, en el que se siente como
en casa, su rendimiento y la competencia con Hamilton han causado que
su caché crezca de manera exponencial a pesar de no haberse vuelto a
coronar campeón y carreras como la de Melbourne no hacen más que
ratificarle como uno de los más firmes candidatos a levantar el cetro en
2012. Button se vistió esta vez de Vettel y, en un poderoso ejercicio,
que mezcló a las mil maravillas agresividad y constancia, se colocó al
frente de la tabla de puntos, algo que no lograba desde el Gran Premio
de España de 2010.
Los contrastes son uno de los puntos más atractivos de la pareja de
pilotos del equipo británico. La serenidad que acompaña a Button es
diametralmente opuesta al jolgorio que rodea a Hamilton, que se bajó del
coche más enfadado que una mona por haberse dejado adelantar por su
vecino de taller en la salida, primero, y por verse impotente para
defender la segunda plaza, después. Se desesperó el de Tewin con la
entrada del vehículo de seguridad (37ª vuelta), que le pilló a trasmano y
motivó que Vettel le birlara la cartera en otra muestra de la cintura
de Red Bull.
El safety car martirizó a Hamilton y bien podría haber
hundido a Button, que vio cómo los 11 segundos de margen que le había
arañado a su primer perseguidor se iban al limbo porque Vitaly Petrov
aparcó su Caterham en plena recta de meta. Arrancar otra vez, pero con
Vettel pegado al trasero, provocaría una tiritona hasta al más
imperturbable de los mortales. Pero McLaren cuenta con un bloque de
hielo al volante, un corredor que ni se inmutó al ver por el retrovisor
el pelotón de buitres que se le amontonaban en la chepa. Tal como
llegaron. desaparecieron o, al menos, eso pareció al restablecerse la
carrera (42ª vuelta), instante en el que Button salió zumbando hasta
generarse él solito un cojín de dos segundos y medio en un solo giro,
una renta brutal que fue ampliándose sin que nadie pudiera echarle el
guante hasta cruzar la meta y celebrar su triunfo dibujando una W con las dos manos dejando claro quién era el winner (ganador).
La hinchada está hambrienta por ver un Mundial en erupción, de esos
como el de 2010, que no se resolvió hasta aquel último y disparatado
Gran Premio de Abu Dabi, y el escenario que se planta delante parece
apuntar en esa dirección por decreto ley de la Federación Internacional
del Automóvil. Gracias a ese empujón y al de Pirelli, que ha
reblandecido sus neumáticos para suerte de Button, que los mima como si
fueran de cristal, y desdicha de Hamilton, que los achicharra, este
triatleta con hechuras de modelo de pasarela emerge con más fuerza que
nunca
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