¿Tendremos un sexto ganador distinto en el revirado trazado del Principado?
A nadie hoy en día se le ocurriría meter a
veintitantos bólidos diseñados para correr a más de 300 kilómetros por
hora en unas calles tan estrechas como las del centro del principado de
Montecarlo. Pero es un clásico, y a los clásicos se les perdona casi
todo. El Gran Premio de Mónaco llega para marcar la sexta carrera de un
año tan reñido como impredecible. Los guardarraíles, seguro, querrán
agitar un poco más este extraño cóctel de podios y ganadores diferentes.
Es el rey de los circuitos. Como un fósil viviente que ha
sobrevivido al paso de las décadas a base de dinero, champagne, lujo
desorbitado y algunas dosis de banalidad. Es el más amado y el más
odiado, incluso por los aficionados. Los pilotos aman su técnica, pero
detestan su inseguridad y la dificultad de adelantar. El público ignora realmente el peligro que corre; cuando uno accede a un circuito puede leer en innumerables escritos aquella eterna advertencia que reza: "El automovilismo es peligroso".
Pero por alguna extraña razón nos sentimos protegidos en nuestras
gradas, por muy cerca que rujan los coches debajo de nosotros. En Mónaco el público está integrado en el autódromo, como hoy en día ya no ocurre en ningún circuito.
Y eso es bonito y peligroso a partes iguales. Lejos de romanticismos
inútiles, es necesario resetear nuestro concepto de gradas en circuitos
urbanos, algo realizado en otras pistas modernas y urbanas como Abu Dabi
o Valencia, pero muy olvidado en Mónaco, donde el público carece de
medidas de seguridad apropiadas: la evacuación es compleja y lenta, la
accesibilidad de los agentes sanitarios se complica y las barreras que
impiden que alguna rueda alcance a alguien se antojan insuficientes.
Porque nada, ni siquiera un circuito urbano y su historia, puede ni debe
justificar la inseguridad; todo, siempre, es mejorable.
Una parte del trazado de Montecarlo
SCHUMACHER Y ALONSO, A UN PASO DE HACER HISTORIA
A Mónaco llegan Sebastian Vettel y Fernando Alonso empatados a puntos y seguidos por una caterva de pilotos apiñados con pocos puntos de diferencia. De entre todos ellos, sólo
Schumacher y Alonso podrían convertirse este fin de semana en los
primeros de toda la historia en ganar con tres escuderías diferentes en
Mónaco; el español ganó con Renault (2007) y McLaren (2008),
mientras que el alemán lo hizo con Benetton (1994 y 1995) y con Ferrari
(1997, 1999 y 2001).
Pero sólo Michael, si lo logra, podrá igualar al inimitable Ayrton Senna,
que ha firmado aquí el mayor número de victorias: seis. Y aunque lo
lograra, Ayrton seguiría siendo el rey de Montecarlo, pues lo logró en
sólo diez años en activo –esta es la decimoctava temporada de Michael–.
Las imágenes del brasileño corriendo Mónaco son de las más bellas que
se recuerdan, en cada temporada, fundiéndose con el coche hasta hacerse
uno. La cantidad de información que 'escupe' la pista a las retinas
del piloto le hace sumirse en un estado de semiinconsciencia, como el
propio Ayrton reconocía: "Me di cuenta de que no pilotaba
conscientemente; estaba en otra dimensión. Era como si todo el circuito
fuera un túnel por el que tan sólo iba e iba". Una sensación que sólo los mejores han podido experimentar y que para nosotros sólo será cuestión de imaginar.
Ayrton Senna en el GP de Mónaco de 1993, su sexta y última victoria en esta pista
MONTEZEMOLO: "GRACIAS A FERNANDO ESTAMOS EN CABEZA"
La recuperación de Ferrari parece un hecho. Pero tampoco pueden echar las campanas a vuelo: sin la penalización de Hamilton en España, la carrera del ovetense se habría complicado más todavía, y no olvidemos que quien ganó fue un Williams y acosado hasta la bandera de cuadros por el Lotus de Kimi Raikkonen.
La variedad de líderes y de pilotos destacados está desconcertando no
sólo a los aficionados, sino también a los propios equipos. Pero,
después de todo, tenemos a dos bicampeones mundiales en lo más alto de
la tabla clasificatoria, seguidos por dos campeones mundiales como lo
son Lewis Hamilton y Kimi Raikkonen, mientras que el mundial de equipos lo lidera Red Bull; las cosas, por lo tanto, no están aparentemente tan revueltas, por muchos podios sorpresa que hayamos tenido hasta ahora.
"El campeonato está muy reñido y no hay un dominador claro", comenta Luca Montezemolo a su equipo en una carta personal para animarles justo antes del Gran Premio de Mónaco. "El trabajo realizado y la gran capacidad de Fernando Alonso nos hacen estar en la cabeza del mundial tras cinco carreras", asegura el italiano, destacando la capacidad del español para rentabilidad cualquier situación por complicada que sea. "Ganar el mundial depende única y exclusivamente de nosotros", asegura el presidente de Ferrari,
deseoso de conseguir el primer escalón del podio de Principado, donde
moralmente una victoria tiene más valor que en ningún otro circuito,
aunque al final los puntos son los mismos.
Alonso consiguió 18 puntos en el pasado GP de España. Fue segundo detrás de Maldonado
RED BULL RACING SIGUE SIENDO LÍDER
Por su parte, y pese al lío de ganadores hasta ahora, el equipo Red Bull Racing espera consolidar su liderazgo en ambos mundiales. Sebastian Vettel habla del circuito en el que ganó el año pasado: "No
hay margen de error. Es estrecho y se siente el roce con los muros; es
una sensación increíble. Hay que pilotar completamente concentrado.
Ganar aquí es muy especial".
Lo mismo opina su compañero de equipo, Mark Webber, que ganó aquí en 2010: "Es
un circuito antiguo que no ha cambiado casi nada. Es muy exigente y una
simple distracción acaba en accidente. No es físicamente duro, pero sí
mentalmente", asegura el australiano. Cuidar los neumáticos será otra vez clave, y Pirelli estrenará este fin de semana el compuesto superblando, marcado de color rojo, que irá acompañado del blando (amarillo).
Una combinación que repetirá en la siguiente carrera, el Gran Premio de
Canadá, dadas las similares características de la pista de Gilles
Villeneuve.
"Los superblandos son los mismos que el año pasado", asegura
el director deportivo de Pirelli, Paul Hembery, que espera animar la
carrera gracias a las estrategias de los equipos para adaptarse a sus
neumáticos: "Esta combinación de gomas ya dio mucho entretenimiento
en el pasado, cuando hubo tres pilotos con tres estrategias diferentes
en un final apoteósico, antes de que saliera la bandera roja".
El superblando, como decía Paul, es el único compuesto que permanece inalterado respecto al año pasado, aunque lo han adaptado para esta temporada: "Se ha rediseñado para una mejor adaptación a las reglas de 2012".
Esta vez no habrá tanto desgaste, pronostica Paul, y eso permitirá a
los pilotos exprimir sus ruedas más que en otras pistas: "Los
pilotos podrán tirar más fuerte de principio a fin. La estrategia será
clave, pues adelantar es más difícil que en ningún lado", asegura.
El compuesto superblando se estrena esta temporada en Mónaco
LEWIS: "MÓNACO ES UN BUEN LUGAR PARA RECUPERARME"
Jenson Button recuerda su victoria de 2009 como una de sus preferidas en Fórmula 1. "Ganar aquí siempre es especial", asegura el inglés de McLaren,
cuyo compañero de equipo no tiene buenos recuerdos del año pasado,
cuando protagonizó varios adelantamientos impresionantes, pero también
algunos toques: "Aunque tiene la velocidad media más baja de la
temporada, la sensación de velocidad siempre es enorme, pues las
aceleraciones son rápidas y los muros están cerca".
Tras su penalización en España, Lewis Hamilton tratará de resarcirse en Mónaco para acercarse a la cabeza de la clasificación, en la que es tercero: "He
puntuado en todas las carreras. Estoy a sólo ocho puntos. Es una visión
alentadora, y es reconfortante ver que mi concentración está dando sus
frutos. Aunque salgo de dos resultados relativamente decepcionantes, no
habría mejor lugar para que las cartas jueguen a mi favor que en Mónaco", declara el inglés.
MÓNACO, EL EVEREST DE LA FÓRMULA 1
Si pilotar un bólido de Fórmula 1 proporciona unas dosis de adrenalina indescriptibles, hacerlo por las calles de Mónaco es el culmen de este deporte. La velocidad no es demasiado elevada en comparación con otros monstruos del calendario como Monza o Spa-Francorchamps; pero doblar una esquina urbana –limitada normalmente a 40 kilómetros por hora al tráfico rodado– rozando los bordillos y derrapando hasta hacer saltar las chispas debajo del monoplaza… es otro concepto de velocidad.
Si pilotar un bólido de Fórmula 1 proporciona unas dosis de adrenalina indescriptibles, hacerlo por las calles de Mónaco es el culmen de este deporte. La velocidad no es demasiado elevada en comparación con otros monstruos del calendario como Monza o Spa-Francorchamps; pero doblar una esquina urbana –limitada normalmente a 40 kilómetros por hora al tráfico rodado– rozando los bordillos y derrapando hasta hacer saltar las chispas debajo del monoplaza… es otro concepto de velocidad.
Cuando se atraviesa literalmente un túnel y el ensordecedor estruendo
del motor queriendo explotar rebota como un pajaro buscando la salida, y
esta se presenta como un fogonazo de luz que te lanza contra el puerto…
La perspectiva cambia. Cuando los baches y las alcantarillas forman
parte del circuito, y ascender por Beau Rivage hasta culminar en Massenet significa que el estómago salta dentro del cuerpo y el coche zigzaguea queriendo irse contra las protecciones… Todo tiene sentido; o todo pierde sentido; depende.
Nico Rosberg en el GP de Mónaco 2010
Depende de si queremos escalar el cerro de detrás de nuestra casa o
si queremos ascender el Everest. ¿Es peligroso? Sí. ¿Podemos morir
congelados? Desde luego. ¿Tiene sentido? Quién sabe. ¿Acaso sin ese
ingrediente picante que llamamos peligro, algo tiene sentido? El peligro
no es que queramos ver accidentes; todo lo contario: el peligro
es un acicate para que el piloto afine su puntería como no lo hace en
ningún otro circuito del mundo y nos deleite con un pilotaje perfecto.
Podríamos llevarnos el trazado de Mónaco a otro lugar del mundo,
quitarle las barreras, los guarda raíles, y convertirlo en el circuito
más seguro del mundo, con escapatorias amplias y asfaltadas, donde los
pilotos puedan pasarse de frenada, marcharse fuera de la pista y
regresar a ella con el coche intacto. ¿Pero dónde veríamos la diferencia
entre los buenos pilotos y los excepcionales? Y es que quizá escalar el
Everest tiene sentido porque en realidad no lo tiene.
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