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miércoles, 12 de septiembre de 2012

CHECO TRAE TEQUILA A LA F1

Si Checo prometió tequila en la F1, menuda castaña que pillamos el domingo. Mumm, limoncello, tequila... menuda mezcla

Si Checo prometió tequila en la F1, menuda castaña que pillamos el domingo. Mumm, limoncello, tequila... menuda mezcla
Ya lo dicen los que saben: "no mezcles, hijo"… pero apareció tequila, donde hacen el limoncello y quedó todo bañado con champán Mumm. Una mezcla explosiva de los tres sueros de la verdad que a la postre hicieron confesar al discreto azteca que cantó en el tercer grado al que le sometió Niki Lauda en el podium y dijo: "aquí estoy, Montezemolo, si tu no me ves de colorao, el resto de peña… si". Bueno, decirlo no lo dijo con palabras, pero si con hechos. Sólo hubo que saber escuchar.
El gepé más corto del calendario es siempre el de Monza. No es que la distancia a recorrer sea menor, siempre son 300 kilómetros (*), sino que al ritmo que van la prueba pasa ante tus ojos como un suspiro. El ritmo endiablado que los moniplazas adquieren en el trazado lombardo es el más alto del Mundial y el horario de oficina de los carreristas acaba pronto en esta jornada.
Lewis cumplió con su nómina en una hora y poco más de diecinueve minutos y el mexicano exactamente cuatro-coma-tres segundos más que el vencedor. Con la velocidad que llevaba, por poco no logra su primera victoria en un calco de lo que ya hemos visto hacer antes al de Guadalajara: meterles al resto en el costado durante el último tercio de la carrera. De haber rodado tres o cuatro vueltas más… quien sabe, igual si que hubiera llovido tequila desde el ovni-podium italiano.
Pérez salía desde el puesto doce en parrilla, en principio un lugar poco favorable y a tenor del coche que gasta, poco proclive a invitar a pensar que acabaría sobre la madera. Al no pasar de la Q2, pudo calzarse unos Pirelli más duros que el pecho de un enano que le duraron hasta la vuelta 29. Después de su parada esperó a que iban a dos paradas hicieran su tarea, y avanzó a un ritmo implacable por méritos propios que acabó humillando a los dos Ferrari en su feudo con su mismo motor, y comía segundo y medio al líder de la prueba, Caballo Loco Hamilton, que veía con preocupación como llegaba Speedy González agitando una botella de cerveza Coronitas por encima de su casco y con la amenaza velada de darle en la testa con ella en el momento en que le adelantase. Ese momento no llegó, pero Kukulcan por poco se lleva su primera victoria en la F1… en su segundo año; año en que casi duplica los puntos de su compañero Kobayashi (65 a 35), y a día de hoy más del cuádruple de puntos de los conseguidos en toda la temporada 2011.
¿Cómo lo hizo, si su coche, sin ser malo, tampoco es un misil? Vapulear a los muy mejorados Ferraris con su mismo propulsor y más de un segundo de ventaja por vuelta a un McLaren en los últimos giros de la carrera italiana sólo se puede hacer de una manera: con mejores gomas, pero como son las mismas para todos, el razonamiento único es… manteniéndolas en mejor estado.
El Sauber C31 diseñado por James Key -recién fichado por Toro Rosso- mima sus neumáticos, característica incrementada por el excelente trato que depara el tapatío a sus gomas de manera tradicional. Si Checo hubiera llegado a la F1 un año antes, los durísimos Bridgestone apenas le hubieran ayudado, pero sus maneras al volante son premiadas por los Pirelli, mucho más delicados pero que el chico de la sonrisa perenne parece haber comprendido como nadie.

Sergio 'Checo' Pérez Mendoza aterrizó en la Vieja Europa con catorce años, sólo y sin hablar alemán (que es el idioma que suelen hablar en Alemania), país donde recaló y se tiró un tiempo aislado de su familia, de sus amigos, de su gente. Para un anglosajón, a lo mejor eso es fácil, pero para un latino no. La Escudería Telmex apostó por él tras ver cómo se desenvolvía en la Fórmula Skip Barber en Estados Unidos, y lo mandó a disputar la Fórmula BMW, donde hizo un segundo puesto en su primera carrera germana. Checo aprendió allí a estar sólo, a valerse por si mismo… a pasar hambre, hambre deportiva.
Un piloto que lo ha tenido todo de cara cuida menos de su status cuando crece; el que se lo ha ido ganando, al que le cuesta el dinero que no tiene, el que padece el ir justito en todo momento, desarrolla una disciplina muy especial que te da un extra de potencia en tu motor interior. A este tipo de piloto la cabeza les funciona de otra manera, el resultado es como si tuvieran el alma chapada con el material con el que hacen la carrocería de los tanques Leopard. Aunque lleguen los últimos en una carrera, saben que algún día acabarán los primeros; por eso nunca se rinden. Saben perfectamente que el sufrimiento viene en el lote y conviven con él, se hacen colegas, negocian midiéndose, pero sin quitarse el ojo de encima.
Sergio ha certificado este fin de semana que la escasez de experiencia y resultados que le reclamaba Montezuma, el presi de Ferrari, ya se ha cumplimentado. Con un coche inferior ha llegado a donde no llegan otros con unas herramientas mejores y es por eso que si en Maranello buscan un sustituto para Massa, no pensar en este notas, sería de ser lo cortos de miras que no son los italianos.
Cierto es que en Ferrari no compran a tipos que no sean Campeones o que puedan serlo, pero Checo se ha ganado este último galardón invisible ("que-puedan-serlo"), y se ha colado a la chita callando entre los tocados por el Dios de la velocidad y destinados a poder hacerlo. Dadle un coche un poco mejor, y ganará carreras antes de que acabe el año sin excesivo esfuerzo.
Mi querido Checo, te hemos cogido la matrícula: apestas a Campeón, y eso no hay perfume que lo disimule, ni siquiera aunque te bañes en Tequila Cuervo (ni en cerveza Coronitas, que también lleva tequila).

(*) Excepto en Mónaco

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