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lunes, 18 de abril de 2011

ANALISIS GP CHINA 2011

Fórmula 1 versión 2.0

La nueva Fórmula 1 es imparable: la tercera carrera de la temporada nos ha brindado adelantamientos, estrategias, luchas y emoción. Casi en cada vuelta, los cambios de posiciones, incluso entre los cinco primeros en la cabeza de carrera, han sido constantes, y con adelantamientos sobre la pista y cambios de líderes hasta prácticamente la última vuelta. Si el Gran Premio de China de 2011 se hubiera disputado en los años 70, estaríamos hablando de una de las pruebas más emocionantes de la historia de este deporte. Pero hay truco: KERS, neumáticos que se desgastan a propósito y alerones móviles. ¿Es el precio que hay que pagar? Que cada uno se mire su propio bolsillo.
 
Como una auténtica película de suspense, Lewis Hamilton no daba crédito cuando su bólido se negaba a arrancar para dirigirse a la parrilla de salida, a pocos minutos de cerrarse la calle de boxes. Cuando sus mecánicos desmontaron la carrocería para llegar al motor y evacuar el exceso de gasolina que bloqueó la mecánica, debido a una válvula de seguridad que se abrió automáticamente, creía que todo estaba perdido: si no se daban prisa, no podría competir. Su prometedora tercera posición en la parrilla se evaporaría como las opciones más claras por poner fin al dominio de Sebastian Vettel. Pero, casi como un milagro, la presteza de los chicos de McLaren solventó el problema y arregló el monoplaza a menos de medio minuto del desastre. ¿Quién iba a imaginar que, si sólo un pequeño fallo se hubiera producido, si simplemente se le hubiera caído una tuerca del anclaje de la carrocería a un mecánico y hubiera tardado unos segundos más, se habría escapado la primera e importantísima victoria de Hamilton en 2011? Efectivamente, Lewis Hamilton ha vuelto a ganar. Y hacía tiempo que no lo hacía: concretamente, desde el Gran Premio de Bélgica de 2010, hace casi ocho meses. No es de extrañar que el inglés a punto estuviera de romper a llorar en el podio. Hoy es segundo en el mundial y el que más opciones tiene de detener al hasta ahora imparable Vettel.  

ALONSO: LÁGRIMAS DE RABIA
Y si Hamilton tenía motivos para llorar de emoción, motivos para llorar de rabia tiene Fernando Alonso. El español no levanta cabeza y firmó una de las peores actuaciones que se le recuerdan: partió quinto en la parrilla y en la misma recta de salida fue adelantado de nuevo por su compañero de equipo. Al español no se le dan bien las arrancadas desde que está en Ferrari; lejos quedan sus magistrales salidas en Renault, a veces ayudado por el control de salida; otras, no. Sea como sea, no pudo con él y tampoco con todos los principales pilotos. Su ritmo ha sido flojo y él parece no encontrar ninguna justificación ni excusa. Simplemente, no pudo aguantar el ritmo, aseguró tras la carrera. Los puntos perdidos hoy son el lamento de mañana.


UNA SALIDA ANIMADA 
Los neumáticos iban a jugar un papel protagonista más que nunca. Para la arrancada, todos los pilotos montaron blandos, excepto Mark Webber. En la salida, Sebastian Vettel patinó por primera vez y fue superado por ambos McLaren y casi por el Mercedes de Rosberg. Hamilton protagonizó un fantástico adelantamiento al Red Bull, muy arriesgado y bonito. El cuarteto formado por Vettel, Rosberg, Massa y Alonso animó la primera vuelta. Fernando casi se sale de la pista al entrar muy fuerte en la décima curva, pisando los pianos en exceso y derrapando de forma muy peligrosa. El Ferrari sobreviró hasta casi perder el control, pero el piloto pudo recuperar el monoplaza sin mayores problemas. Webber, en tierra de nadie al fondo del pelotón, trataba de recuperarse de su paupérrima posición de salida. Y paso a paso lo fue consiguiendo. Button lideraba la carrera y se las prometía muy felices, pero cualquier parecido con el resultado final de la carrera, muy al contrario que en años anteriores, iba a ser pura casualidad.


LA PARADOJA DEL ALERÓN MÓVIL
Curiosamente, cuando el alerón móvil se activó en la tercera vuelta, sólo Kamui Kobayashi se atrevió a adelantar en la recta posterior para ganarle el décimo puesto a Jaime Alguersuari. En realidad el invento no pareció muy útil en los primeros compases de la carrera, pues casi todo el mundo estaba distanciado menos de un segundo respecto a su coche precedente. Por ejemplo: en la séptima vuelta, trece monoplazas tenían al coche de delante a menos de un segundo y, por lo tanto, activaron sus respectivos alerones. Unos por otros, casi todos iba con el alerón retraído, por lo que los adelantamientos escasearon y en realidad se consiguió el efecto contrario al deseado. En la vuelta decimonovena, bien entrada ya la carrera, las distancias entre los bólidos aumentaron, y sólo ocho coches estaban autorizados a mover su alerón, así que los adelantamientos en la zona permitida aumentaron.


PIRELLI ENTRA EN ACCIÓN
El aviso de Paul Di Resta en la sexta vuelta de que sus neumáticos traseros empezaban a decir “adiós” fue el comienzo del invento de la FIA: sustituir las antiguas estrategias de repostaje de combustible por las de los neumáticos. A partir de la décima vuelta empezó el baile en los boxes. Los componentes duros y los blandos empezaban a rendir de forma claramente diferente, y las cábalas sobre las paradas empezaron a tomar protagonismo. Antes se ganaban las posiciones en los boxes por estrategia; ahora, al menos, los adelantamientos se producen mayoritariamente en la pista por diferencias de rendimiento entre los componentes montados. Eso si no pasa algo extraño como le sucedió a Jaime Alguersuari: el español de Toro Rosso dijo adiós al sueño de partir séptimo en parrilla y luchar contra monoplazas muy superiores cuando alguien cometió un error en el cambio de neumáticos. El resultado fue una rueda suelta que acabó estrellándose contra las vallas de protección, que salvaron la vida de más de un comisario y periodista. Una dramática imagen que pudo costar muy caro. Afortunadamente nadie resultó herido, aunque Jaime terminó una bonita carrera en la que estaba aguantando a su compañero de equipo y al Lotus Renault de Heidfeld.


BUTTON PIERDE LOS PAPELES Y EL LIDERAZGO

En la duodécima vuelta, ambos Ferrari empezaron a presionar a Nico Rosberg por la cuarta posición. Pero el alemán y su monoplaza demostraron un ritmo muy fuerte y constante. Bastante diferente que su compañero, Michael Schumacher que, después de fracasar en la clasificatoria del sábado (decimocuarto), rodaba perdido en la decimotercera plaza. En la decimocuarta vuelta, los tres primeros clasificados (Button, Hamilton y Vettel) rodaban en un pañuelo. Vettel aprovechó el alerón móvil y adelantó a Hamilton con suma facilidad en la recta posterior. ¿Quién iba a pensar entonces que Lewis se la iba a devolver bastantes vueltas más tarde?
A pesar de ir a estrategias diferentes (Vettel, dos paradas; Button, tres), ambos entraron a cambiar las ruedas al mismo tiempo. El líder hasta entonces de la carrera cometió un curioso error, al pararse en el box de Red Bull, ante la incredulidad de los mecánicos que, con aspavientos, le instaron a abandonar su garaje y dejar paso a Vettel que, justo detrás, no podía creer lo que estaba viendo. Algo parecido le pasó a Jaime Alguersuari en el Gran Premio de Abu Dabi de 2009: precisamente entonces también fue usurpado el box de Vettel, pues el español entró a Red Bull en vez de a su escudería, Toro Rosso. Button perdía así el liderazgo de la carrera, y a buen seguro que Vettel pensaba tener otra victoria en el bolsillo. Pero faltaban muchas sorpresas por ocurrir.

ADELANTAMIENTOS ARTIFICIALES
A partir de este momento, con coches a estrategias diferentes y rendimientos dispares, la carrera sufrió vuelcos a cada instante. En la decimoquinta vuelta ambos Ferrari se echaron encima de Hamilton. Massa pudo adelantarle en la recta posterior, mientras que Alonso sólo pudo verle entrar a boxes. Ambos Ferrari iban a dos paradas, mientras que Hamilton realizó tres. Alonso pasaba a liderar la carrera, pero evidentemente era sólo un espejismo: cuando entró a boxes en la siguiente vuelta, la cruda realidad le abofeteó: salió noveno, por detrás de Michael Schumacher. Un desastre. Y eso a pesar de sendos adelantamientos a Heidfeld (cuyo rendimiento dejó bastante que desear) y Schumacher, un duro hueso que finalmente fue mordido por las fauces del “cavallino” de Alonso. La situación sobre la pista, en cualquier caso, resultaba irreal, pues las diferentes estrategias fabricaron una clasificación barajada entre coches que ya habían parado, los que no, y los que iban a tres paradas. Coches entrando y saliendo de los boxes, pelotones peleones pero efímeros y duelos entre bólidos a muy diferentes velocidades. Alonso, por ejemplo, fue perdiendo posiciones irremisiblemente. Una agridulce sensación de falsedad en los adelantamientos planeó sobre la carrera: más adelantamientos, pero devaluados y más artificiales.


EL FIN DE LAS ESTRATEGIAS
En la trigésimo sexta vuelta, Hamilton culminaba su persecución y acoso a su compañero, adelantándole al final de la recta principal en una maniobra muy arriesgada. Mientras, por detrás, pasito a pasito, Mark Webber iba haciendo su propia carrera sin saber que, poco a poco, iba a ser la carrera del día. Cuando se cumplió la cuadragésima vuelta, todos los monoplazas (excepto Jarno Trulli y Vitantonio Liuzzi) habían hecho todas las paradas previstas. No había pues más estrategias que valieran: había que adelantar sobre la pista por posiciones reales. Y adelantamientos no iban a faltar. La clasificación entonces estaba liderada por Vettel, seguido por Massa, Rosberg, Hamilton y Button. ¿Algún parecido con el podio final?


LOS NEUMÁTICOS ADELANTAN
Los primeros clasificados pagaron caro entonces llevar neumáticos más gastados: Vettel había parado en la vuelta trigésimo primera, mientras que Massa en la trigésimo tercera, frente a un Hamilton con gomas más nuevas (paró en la trigésimo octava vuelta). A Nico Rosberg, el único que llevaba neumáticos más nuevos que Hamilton, le advirtieron desde boxes de que la gasolina en su tanque empezaba a escasear. Poco tardó Lewis en sobrepasarle. Felipe Massa ni siquiera fue un rival; el brasileño perdió el que podría haber sido el primer podio de Ferrari en 2011 al caer el rendimiento de sus neumáticos hasta ser adelantado también por Button y Rosberg. Algo parecido le ocurría a su compañero, Alonso, que le sobrepasó Mark Webber como si de un doblado se tratara en la vuelta 45. Muchos adelantamientos, pero la sensación era que los pilotos no eran quienes adelantaban; lo hacían los neumáticos: los más nuevos sobre los más viejos. Era simplemente cuestión de tiempo.


UN PODIO INESPERADO
Las últimas siete vueltas fueron de infarto: McLaren llevó a Hamilton hasta la segunda posición tras perfeccionar una estrategia meticulosamente calculada. Entonces todo dependía de las manos del inglés. Y Lewis rara vez falla cuando se trata de pilotaje; el acoso y derribo sobre Vettel no tuvo concesiones. Al final, tras varios intentos frustrados en la recta posterior, Hamilton se tiró (de perdidos al río) por el interior de la rápida curva séptima. Así consiguió la victoria final, con coraje y pilotaje. Emocionado, no dudó en declarar que había sido una de sus mejores victorias: “Existo, vivo y respiro para ganar”, una apoteósica frase destinada a quedar en el recuerdo de sus admiradores. Vettel tuvo que aceptar la derrota y el segundo cajón del podio, escoltado por sorpresa por su compañero de equipo. Efectivamente, Mark Webber completó un increíble adelantamiento a Jenson Button en la penúltima vuelta de la carrera. Sí, era tercero. El australiano ganó quince posiciones desde la parrilla de salida. ¿Qué habría hecho con KERS?


ALONSO, DEMASIADAS PÁGINAS PASADAS
La carrera terminó finalmente tras seis líderes distintos de carrera (Vettel, Button, Hamilton, Alonso y Rosberg) y ningún abandono por avería.
Sólo Jaime Alguersuari y su rueda loca firmaron la única retirada. La fiabilidad de esta temporada en los monoplazas es destacable, además de la robustez de los monoplazas pues, a pesar de varios toques entre los pilotos (Pérez, Heidfeld, Sutil…) todos ellos llegaron a la meta. Algo casi impensable hace algunas temporadas. En el recuerdo quedan bonitos duelos como el de Pérez con Heidfeld, con toque incluido. Así eran antes las carreras: al límite y sin penalizaciones de la FIA.
El Gran Premio de China ha tenido el aroma a cambio absoluto. Huele a otra Fórmula 1. Huele a estrategias sin gasolina. A más adelantamientos, pero provocados e incentivados casi exclusivamente por el desgaste de los neumáticos, no por el rendimiento del piloto, ni siquiera del monoplaza (recordemos que primero fue Vettel quien adelantó a Hamilton al comienzo de la carrera, mientras que al final de la prueba ocurrió justo lo contrario; siempre condicionado por las ruedas montadas en cada momento). Aunque, en última instancia, son los pilotos los que se juegan la vida a trescientos por hora, y merecen todo nuestro respeto; como siempre. Desgraciadamente Fernando Alonso ha sido más adelantado que adelantador. Su séptimo puesto, con Schumacher pegado a su espalda en la línea de meta, sabe a poco. A muy poco. Sabe a decepción, a resignación, a rabia e impotencia. De nada ha servido el trabajo, el desarrollo, ni los viajes “express” de Domenicali a Maranello en busca de una solución milagro. Hay un grave problema, porque Alonso no ha reportado deficiencias especiales en el monoplaza que justifiquen estar tan lejos del podio. De momento, el español quiere pasar página. Pero está pasando demasiadas páginas y, al final, el libro se acabará.

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