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martes, 12 de abril de 2011

¿DONDE QUEDA EL PILOTO ? - ANALISIS GP MALASIA

Todo el mundo pendiente de la flexibilidad del alerón de Red Bull. Todo el mundo pendiente de los neumáticos y su degradación programada. Todo el mundo pendiente de las dispares estrategias. Todo el mundo pendiente de quién monta o deja de montar el KERS. Todo el mundo pendiente de si llueve o no llueve. Todo el mundo pendiente de todo… menos de los pilotos. ¿De quién depende realmente el espectáculo: de botones en el volante o de las manos que lo agarran?

 
Cómo complicar algo complejo. Esta es la Fórmula 1 de Pirelli. El proveedor de neumáticos ha diseñado unas gomas de degradación controlada para incentivar más paradas de las realmente necesarias. No es nuevo, lo venimos anunciando desde la pretemporada: los neumáticos se desgastan a propósito para que los pilotos entren dos, tres y hasta cuatro veces para montar otras ruedas. El resultado debía sustituir las antiguas estrategias de repostaje de hace unas temporadas, cuando estaba permitido recargar el tanque de combustible a gusto del equipo pero, ¿cuál ha sido el resultado?
Las opiniones están encontradas. Hay quien cree que ahora la Fórmula 1 es más divertida, como Nick Heidfeld, tercero en el podio del Gran Premio de Malasia: "Las carreras son más emocionantes que el año pasado". Pero él mismo se contradice al reconocer que el deporte, lejos de simplificarse y ser más comprensible, se ha complicado hasta límites peligrosos para los telespectadores, e incluso para los propios equipos y pilotos.
"Para nosotros es más lioso, aunque la competición es mejor", asegura el alemán para añadir acto seguido: "Probablemente es más complicado de entenderlo desde fuera". Y si es más complicado de entender, si hay que estar con una calculadora en la mano y el mando a distancia en la otra… ¿Estamos hablando de espectáculo o de una clase de matemáticas?
Jaime Alguersuari parece igual de confundido después de calificar su participación en Sepang como "la carrera más difícil" de su vida. "Realmente no entiendo qué pasó", dice el español de Toro Rosso. Desgraciadamente para Bernard Ecclestone, el público mayoritariamente opina lo mismo: muchas paradas y coches barajados con estrategias diferentes pueden propiciar más adelantamientos; pero esos adelantamientos se devalúan. ¿Merece la pena?

COCHES DANDO VUELTAS
La Fórmula 1 nunca ha sido fácil de seguir: quizá sea el deporte más complejo, desde siempre, donde entran en juego multitud de variables, variantes, estrategias, factores (humanos, técnicos, mecánicos, climáticos, etc.) y un sinfín de elementos imprevisibles. Lo fue en los primeros años 50, cuando los pilotos llevaban 'cascos' de goma y volantes enormes en el monoplaza. Y también lo es hoy, con los últimos avances tecnológicos.

Siempre ha habido estrategias desde los primeros años; repostajes y cambios de neumáticos. Pero se hacían por pura necesidad física de unos elementos entonces poco desarrollados. Por eso ocurre que si hoy, para tratar de hacer más emocionante este deporte, en vez de alentar a los pilotos y darles protagonismo, tenemos que recurrir a más paradas en boxes (ya sea para cambiar de neumáticos o para recargar el tanque de combustible), se desvirtúa el espíritu de algo que no deja de ser una carrera de coches. Porque quizá este mundo no sea tan simple como lo entendía mi abuela, que a su avanzada edad no comprendía que su nieto se pasara horas viendo a aquellos "coches dando vueltas".
¿No sería maravilloso que realmente fuera así de sencillo: 22 participantes luchando en la pista por ser el mejor, el más rápido, adelantando sin tener que pensar en que alguien va a tres paradas, y aquel a dos, y yo a cuatro?
 


FANGIO, GILLES, SENNA, PROST... NO TENÍAN KERS
Algo falla. Llevamos años buscando una Fórmula 1 más divertida. No es nada nuevo. No es cuestión de los años 2000. Ya se hablaba de ello en los años 90: a la Fórmula 1 le faltan adelantamientos y luchas. Eso dicen, pero la verdad es que siempre ha habido más adelantamientos en una carrera de Fórmula 1 que goles en un partido de fútbol y, aún así, desde siempre se ha probado casi de todo: cambios en la sesión clasificatoria, en los monoplazas, en los circuitos, en las reglas…

Además, cuando menos los esperamos, de vez en cuando, como pequeños regalos inesperados que en nada tienen que ver con la Federación, en algunas carreras se dan las circunstancias perfectas para presenciar todo un espectáculo deportivo real. En cada temporada ocurre. Y en esos casos no intervienen factores 'artificiales': son los pilotos y los coches los artífices del espectáculo. Ni la FIA ni Ecclestone. Eso es lo que deberíamos tener claro. El deporte y el espectáculo lo dan los deportistas y sus máquinas, no las reglas.
Recuerden el Gran Premio de Francia de 1979: no llovía ni había nada ajeno a la pura competición por ser el más rápido adelantando sobre la pista. Eso es automovilismo, y no pulsar un botón mágico en el volante. Pilotos sin miedo jugándose literalmente la vida con bólidos sin límites. Nadie pensaba en que Arnoux aún tenía que parar a cambiar los neumáticos, o que Villeneuve adelantó gracias a su KERS: se adelantaba apurando las frenadas hasta límites casi imposibles, cargando el monoplaza sobre el costado del rival sin que apareciera ningún cartel anunciando una investigación de los comisarios, como si se hubiera producido un homicidio en primer grado.
A los pilotos hay que incentivarlos para que nos den espectáculo, en vez de descalificarlos, sancionarlos o penalizarlos por errar en una maniobra. Ningún adelantamiento con alerón móvil será comparable a un simple intento, aunque frustrado, por pilotaje.

A ECCLESTONE NO LE GUSTA LA FÓRMULA 1
El problema es que Bernard Ecclestone y la FIA han aceptado que 'su deporte' es aburrido. Lo han aceptado de tal modo que quieren convertirlo en una especie de videojuego de tecnología punta. Y no es que estemos en contra de la tecnología; en absoluto. Este deporte vive de ella y sería retrógrado darle la espalda. Pero de ahí a instalar botones mágicos que aceleran el coche de forma instantánea sin ningún mérito del piloto, o alerones que se mueven en las rectas, o ruedas que se desgastan a propósito, o aspersores para regar la pista (tiempo al tiempo)… Ecclestone y la FIA creen que ellos son los responsables de hacer de este deporte algo divertido. Juegan a ser dioses. Pero no comprenden que es al revés: ellos deben permanecer al margen y dejar a los deportistas correr.

Uno disfrutaba más viendo a Ayrton Senna cambiando de marchas con la palanca de cambios de su McLaren en Mónaco que viendo apretar botoncitos de alerones y sistemas electrónicos a Sebastian Vettel. No es cuestión de ser un dinosaurio, sino de tratar de impedir que la tecnología (tan importante, sin duda) no interfiera en exceso hasta hacernos olvidar que esto es un deporte, no única y exclusivamente un banco de pruebas (para eso cada marca tiene el suyo fuera de los circuitos).

LA INCOMPETENCIA DE LA FIA SERÁ INVESTIGADA
POR LOS AFICIONADOS DESPUÉS DE LA CARRERA

Pero a pesar de todo, este domingo hemos podido ver bonitas luchas y adelantamientos. Al fin y al cabo la pisa era maravillosa, de las pocas que Hermann Tilke supo diseñar pensando en el espectáculo.

Kamui Kobayashi, de nuevo, encandiló al público con sus maniobras arriesgadas pero limpias (precioso su duelo con Mark Webber). Tuvimos muchos adelantamientos, y también en cabeza. No podemos quejarnos en este sentido, probablemente.
Ferrari parecía recuperar el ritmo, pero se auto eliminó cuando erró en cambiar los neumáticos a Massa, y cuando Alonso chocó contra Hamilton. El duelo entre el español y el inglés habría sido mítico. Fernando llevaba varias vueltas detrás del de McLaren. Su pilotaje fue impresionante, sin alerón móvil. El duelo nos regaló momentos preciosos con intentos de adelantamiento y emparejamientos en lucha por el podio. Habría concluido de manera preciosa si Alonso no hubiera tocado a Hamilton.

En la salida de la rapidísima curva tres, Fernando iba pegado a Hamilton. La intención era aprovechar su rebufo y salirse de él en la pequeña recta que conduce a la cuarta curva, para adelantar por dentro. Es lo mismo que hizo Kobayashi a Webber algunas vueltas antes: el de Sauber se pegó al Red Bull y trazó por el interior; Webber no se movió: siguió por el exterior y no se defendió. Pero Hamilton sí se defendió: se movió ligeramente hacia el interior, hacia la trayectoria de Alonso. El español llevaba una trazada milimétricamente prevista, por lo que cualquier cambio de Hamilton provocaría el desastre. Y así fue: el Ferrari rompió su alerón delantero y se esfumó el poder hacer un buen resultado y culminar una hazaña (adelantar a Hamilton sin alerón móvil) que habría puesto más en entredicho la eficacia de este elemento móvil aerodinámico.

Tanto ruido con el alerón y la mayoría de las luchas más bonitas tuvieron lugar antes o después de la recta principal, cuando no se podía usar. Tampoco apareció la lluvia, aparentemente la única alternativa al aburrimiento en la Fórmula 1 actual, según nos quieren decir. Pero el problema no es ese. El problema es que cuando un piloto se arriesga a adelantar sin alerón móvil, cuando lucha por el podio sólo con sus manos y se produce un lance de carrera totalmente fortuito, sin intencionalidad… se le sanciona. Así pasó con Alonso y Hamilton: veinte segundos de penalización para cada uno. ¿Por qué? ¿Se expulsa a un futbolista por fallar un penalti? ¿Así incentiva la FIA el espectáculo? A este paso, van a prohibir adelantar si no se hace dando el intermitente.

¿DÓNDE QUEDA EL PILOTO?
En otra época habríamos llamado divertida a la carrera del pasado domingo: adelantamientos, estrategias, incertidumbre, luchas, polémicas… Pero algo fallaba. Algo muy grave: planeaba la sensación por todo el paddock, por todo el circuito, por sus gradas y pelouses, por los boxes y las cabinas de comentaristas, hasta por las casas de los telespectadores: que esta Fórmula 1 es completamente artificial. Una especie de autoengaño asumido. Una especie de complejo de inferioridad para con otros deportes que nos obliga a asumir que si no llueve o a Ecclestone no se le ocurre alguna excentricidad, tendremos que ver la carrera más por obligación que por diversión. Si alguien adelanta, lo achacamos al alerón móvil. Si lo hace fuera de la zona de activación, será por el KERS. Si no tiene KERS, será por sus neumáticos más nuevos. Y el piloto ¿dónde queda?

Juan Manuel Fangio: "Yo no he sido un corredor espectacular. Siempre he pilotado dentro de mis posibilidades. Pero a veces uno tiene que hacer lo que es capaz de hacer asumiendo riesgos".

 

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